sábado, 15 de noviembre de 2014

La reflexión sobre las evidencias

Es precisamente el apartado de reflexión sobre las evidencias lo que, en mi modesta opinión, resulta el culmen del valor pedagógico del portafolio. Veamos por qué: En él convergen dos poderosos elementos del proceso de aprendizaje, a saber, la autoevaluación y la clarificación de qué nuevos pasos y acciones permitirán alcanzar un éxito mayor.

Abundando en lo primero es un logro pedagógico asentado ya el comprender la evaluación como un proceso simultáneo y relacionado con cada paso del proceso de aprendizaje. Entre determinar el punto de partida (evaluación inicial con orientación diagnóstica) y el punto de llegada (evaluación final con orientación sumativa) es imprescindible que el trabajo esté orientado por el cómo estamos avanzado y cómo hacerlo más y mejor: es el valor formativo de la evaluación procesual.

Un proceso de aprendizaje así planteado permitirá que todo el esfuerzo se compadezca con el verdadero motor que lo provoca: la consecución del objetivo propuesto. Traduciendo esto a terminología curricular: comprendiendo que los contenidos no son finalidades en sí mismos sino la información necesaria (adecuada al contexto y la finalidad) para alcanzar el objetivo propuesto. Competencias básicas y objetivos (dejemos para otra ocasión la reflexión acerca de la relación entre ellos) asumen entonces el papel que verdaderamente les corresponde como orientadores del proceso. Y su forma de cumplir con el protagonismo de ese papel será mediante los criterios de evaluación (que no son otra cosa más que la pregunta acerca de si estamos alcanzado los objetivos propuestos). Es justamente esto lo que aporta la reflexión sobre las evidencias.


Dicho todo lo cual resulta fácil comprender que es esta reflexión sobre las evidencias a la que aludimos  la que conduce y orienta el aprendizaje.

No hay comentarios:

Publicar un comentario